sábado, 19 de mayo de 2007

EL RINCÓN ESCONDIDO

Como seres humanos, sentimos la gran necesidad de conocer y dejarnos conocer, nuestro espíritu se recrea en saber que hay otros de nuestra especie parecidos o distintos a nosotros. Nuestro intelecto se enriquece con la sabiduría o con la necedad del prójimo, y cuando los tenemos cerca, y los podemos sentir, es tan grato conjugar las aproximaciones que nos unen y comprobar que muchas veces somos irremediablemente irreconciliables.