lunes, 24 de agosto de 2009

Mente, Conciencia y Libre Albedrío. He ahí el dilema


Desde que el hombre es tal, sus principales preguntas se han circunscrito a: ¿Quién soy?, ¿De dónde vengo? ¿A donde voy?. Las inquietudes fundamentales sobre la existencia no surgen de la conducta animal ni de los genes que trasladan información biológica. Es el hombre quien indaga sobre el ser que percibe, aproximándose parcialmente al conocimiento de cada esencia.

Para muchos la respuesta está en el ateísmo que supone una existencia que es la formación y transformación- aleatoria o de curso forzoso- de sistemas materiales sin diseño inteligente absoluto, lo que existe ha surgido por azar, de manera que el azar se convierte en una “persona virtual” capaz de lograr todo lo existente. El ateo se enfrenta entonces a un sinfín de preguntas y debe enfrentar una cuestión crucial: ¿Cómo explicar la mente y la conciencia, excluyendo la existencia de un Creador?. ¿Cómo explicar la razón de SER? ¿y ... el libre albedrío?.

Aún el concepto de VIDA es cuestionado y cuestionable, después de “quemar” el cerebro en intentar una respuesta, quien es ateo en su búsqueda honesta de la verdad, admitirá que incluso su antigua base filosófico-científica neodarwiniana no sirve y que es imprescindible buscar la respuesta por otro lado.

Walter Cabrera Fébola, es un biólogo que forma parte de los académicos que se atreven a salir de los esquemas convencionales del ámbito de la Biología generalmente parametrados por lo que dicta la evolución darwiniana. El pasado viernes 21 expuso su Teoría: Estructuras Naturales (NE), basada en el “Principio de Objetividad”, que en pocas palabras dijo, “es un recordatorio de que la naturaleza existe y se comporta como tal, independientemente de la percepción de cualquier observador dentro o fuera de ella. Si el observador es incapaz de comprender completa y correctamente la naturaleza, esto no significa que ésta sea tal y como él la percibe. Esto es porque, las cosas naturales son algo que descubrimos y tratamos de entender, no algo que creamos o que dependa de nuestra percepción. Este Principio conduce a tratar de librarnos de nuestras limitaciones humanas, con la finalidad de lograr una buena aproximación a la comprensión y explicación de la naturaleza”.

Coincido con Walter en que: “la naturaleza no es algo que creamos”, lógico, no la creamos nosotros ni el azar, sino un Ser Inteligente, al cual no alcanzaremos a entender porque es superior a la mayor inteligencia humana que se haya expresado en los siglos que el hombre tiene sobre la tierra, ese Ser a quien los creyentes llamamos: Dios.

Cuando terminaba su disertación enunció otra gran verdad, la evolución no puede explicar dos realidades: Mente y Conciencia, su honestidad al admitir este dilema es loable, espero que en el tiempo, sus razonamientos lo lleven a reconocer la existencia del Creador, no de una forma simplista sino como resultado de la búsqueda honesta de la verdad. Muchos se colocan el letrerito de ”agnósticos”, “escépticos” o “ateos”, pero no han invertido ni un minuto en razonar, en pensar en el significado de esos temas básicos que diferencian al hombre del resto de seres que le acompañan en este planeta colorido y diverso llamado tierra, sus explicaciones están basadas en conveniencias y por ello pueden llegar a ser grotescas y patéticas formas de ignorancia suprema.

La evolución separa al hombre de su más notable expresión diferencial: su libre albedrío, su amor y apego a la libertad. Vale la pena recordar a estas alturas algunos pensamientos emitidos por destacados pensadores, Michael Silberstein, un filósofo de la ciencia del Elizabethtown College en Pensilvania opina: ‘Si la gente se espanta ante ideas como la evolución, ¿cuánto más si les dicen que no son más que sofisticadas máquinas de carne?’ Daniel C. Denté, un especialista en cognición de la Tufts University que escribió sobre el libre albedrío, señala que ‘cuando consideramos si el libre albedrío es una ilusión o una realidad, nos asomamos a un abismo. Aparentemente, lo que tenemos ante nosotros es una inmersión en el nihilismo y la desesperanza’.

Para C.S. Lewis es la elección humana la que produce el pecado; y la maldad ha sido y es una opción que el hombre puede tomar, ya que es sólo dentro del espacio de la libertad que se puede amar. El libre albedrío es necesario para elegir amar a Dios, porque si no existe la posibilidad de decir no, el amor no es una elección libre sino una obligación o un instinto meramente erótico, animal.

El primer argumento que usa es el de la conciencia del hombre. Apela a la experiencia personal. Expone que cada persona sabe que es mala, y que trata de aparentar no serlo. El cristianismo basado en lo que la Biblia revela describe la mente y la conciencia; así, Dios entregó, a quienes no respetaron sus propios cuerpos, a "mentes reprobadas”, y de quienes no quisieron saber más de Él y perdieron toda sensibilidad hacia lo espiritual dice que tienen la “conciencia cauterizada”. Indudablemente, la existencia humana requiere una explicación filosófica y escapa a la demostración validable por el método científico. Ya te dejo porque debo salir un ratito a refrescar mi cerebro. Chau!