lunes, 16 de febrero de 2009

Semejanzas perturbadoras


La descripción que el narrador hace de la realidad de su país: México, me desconcertó por un momento porque me pregunté: ¿México o Perú?, son realidades que tocan nuestras fibras más íntimas, es imposible dejar de relacionar los males endémicos que tienen estas sociedades con la pobreza extrema que generan y la corrupción que alimentan. Definitivamente, hace falta un cambio estructural, interno; aceptar valores no es suficiente, hay que vivirlos, ser consecuente con ellos; internalizar una cultura humanista no es suficiente puesto que el hombre -idealizado por el humanismo- está en crisis, en una severa crisis; hace falta una cultura cristiana pragmática, hace falta la conciencia de que todo lo que hacemos tiene testigos que no vemos, pero que un día nos pedirán cuentas. Hace falta reconocer que necesitamos la Palabra de Dios viva y eficaz que es capaz de regenerar una mente corrupta y, aceptar a Jesucristo como modelo de vida.