sábado, 16 de febrero de 2008

EL GEN EGOISTA



En 1976, el etólogo Richard Dawkins publicó un revolucionario libro, "El gen egoísta", en el que se divulgaban las tesis de la sociobiología sentadas anteriormente por E. O. Wilson en su libro "Sociobiología" de 1975.
En 1989, Dawkins publicó nuevamente su libro, con dos nuevos capítulos y notas finales a los capítulos originales, en las que se hace pequeñas autocorrecciones y se defiende de los ataques sufridos tras la primera edición.
El propósito de Dawkins es examinar la biología del altruismo y del egoísmo. Demuestra que el factor importante en la evolución no es el bien de la especie o grupo, como tradicionalmente se entiende, sino el bien del individuo o gen. Para él y sus seguidores, los individuos no son más que máquinas creadas por los genes para su supervivencia. En palabras del biólogo americano Butler, la gallina no es más que un invento del huevo para poder producir más huevos".
Según Dawkins, existe una interpretación errónea del altruismo: este se da, según las ideas tradicionales, por el bien de la especie, lo que se conoce como teoría de selección de grupos, que supone que la selección natural actúa sobre la especie. Un individuo no sería más que un "peón" que se sacrificaría por el bien de la especie.
La alternativa es la selección de genes (o selección de individuo): los individuos altruistas llegan a extinguirse en beneficio de los egoístas, que predominarán en el grupo. Los genes han construido una gran variedad de "máquinas" para prosperar explotándolas, de modo que un gen puede ser considerado como una unidad que sobrevive a través de un gran número de cuerpos sucesivos e individuales. Por lo tanto, el gen permanece durante suficientes generaciones con el único objeto de servir como una unidad de selección natural. El individuo es demasiado grande y efímero como para ser considerado unidad de selección. Un gen es considerado bueno, es decir, que permanece muchas generaciones, si vela por sí mismo, si es egoísta. La evolución será el proceso por el que algunos genes se hacen más numerosos y otros disminuyen en el acervo genético.
Todos los genes controlan de manera indirecta el comportamiento de su máquina de supervivencia. Los genes preparan la máquina con antelación, y luego esta se halla bajo su propia responsabilidad. Los genes obran a largo plazo mediante la síntesis proteica, pero se trata de un proceso lento. Por tanto, los genes construyen su máquina por anticipado, de la mejor forma posible y programándola con antelación.
En consecuencia, el comportamiento está regido por el egoísmo de los genes de cada organismo, y no por el altruismo de cada individuo con respecto a los demás miembros de su especie. Dawkins se encarga de demostrar esto a lo largo de todo el libro con numerosos comportamientos particulares.
En cuanto al hombre, para él es el único organismo capaz de hacer frente y llevar la contraria a los dictados de los genes egoístas, gracias a nuestra conciencia: "sólo el hombre puede revelarse contra la tiranía de los replicadores egoístas". La mayoría de las características que resultan inusitadas en el hombre se deben a la cultura, que Dawkins también pretende tratar como una unidad de transmisión, aunque con unos mecanismos particulares.
En sus propias palabras, para una comprensión del hombre moderno se debe descartar al gen como única base de nuestras ideas sobre la evolución, también estaría la cultura; el darwinismo es una teoría demasiado amplia como para ser confinada en el estrecho contexto del gen. La cultura actúa como un replicador que se instaura en el cerebro y persiste generación tras generación parasitándolo.
En uno de los nuevos capítulos de su libro, resume su posterior obra, "The Extended Phenotype". Desde su punto de vista, la selección darwiniana no actúa directamente sobre los genes. Aquí es donde entra el concepto de fenotipo ampliado: los efectos fenotípicos de un gen deben considerarse como todos los efectos que tiene sobre el mundo, efectos sobre sí mismo, sobre otros genes, sobre la maquinaria que los porta, sobre otros organismos e, incluso, sobre el mundo inerte, Dawkins se encarga de ilustrar estos conceptos en múltiples casos reales. El efecto de un gen depende de una cascada determinada de síntesis de proteínas que, al final, desemboca en el fenotipo deseado.
Me agrada la idea de no ser sometida por mis “genes egoístas”, porque lleva implícita la capacidad que el hombre tiene para DECIDIR en base al libre ejercicio de su VOLUNTAD, y permite sostener que fue creado para ser libre, y “revelarse” a los dictados de una secuencia de bases nitrogenadas. Las personas siempre tendremos la oportunidad de cambiar para ser mejores, si el asunto fuese genético, el determinismo nos libraría de toda responsabilidad, de lo contrario, tú y yo estamos frente a la posibilidad de acercarnos al Creador o alejarnos de Él. ¿Qué decidirás tú?
'He llegado a la conclusión que el darwinismo no es una teoría científica verificable, sino un programa de investigación metafísico...' (Karl Popper, 1974)