Al finalizar las campañas electorales para la Presidencia de la República y 130 escaños en el Parlamento, en la primera vuelta TODOS LOS CANDIDATOS han citado n veces a "los pobres", se han comprometido a "reducir el índice de pobreza extrema" cuando no a desaparecerlo. Quienes por nuestra actividad académica nos aproximamos al centro mismo de esta clase social anhelamos desde lo más profundo de nuestro ser que esto ocurra y que sea lo más pronto posible. Sin embargo, el discurso populista y demagógico se olvida del dolor del necesitado, de su zozobra diaria, de su preocupación continua por subsistir.
La llamada clase E se encuentra a unos kilómetros de nosotros, sumergida en una tragedia permanente, llenándose de esperanza cada cinco años o de frustración cuando termina el gobierno de uno de los tantos vendedores de cebo de culebra. Es indignante ver compatriotas nuestros sumidos en el abandono de parte del estado, niños de cabellos aclarados por la malnutrición y miradas lánguidas por la falta de descanso adecuado; para ellos la palabra "recreación" es una fábula, trabajan desde que tienen un poquito de fuerza y sus padres o tutores se encargan de medirla. No es justo que gestión tras gestión se continue jugando con las espectativas de este segmento tan vulnerable de nuestra población, no es justo que los malos políticos solo se acuerden de ellos cuando necesitan sus votos, muchos de ellos solo pondrán su huella digital en el padrón de votación porque son analfabetos, muchos sin querer viciaran su voto porque ese padrón es más complicado que nombre de checoslovaco, lo único cierto es que al día siguiente de la votación (en primera o en segunda vuelta) el sol seguirá alumbrando ténuemente y ellos seguirán clamando por un mañana mejor. Que seamos capaces de elegir a quien tenga un corazón sensible (aunque sea un poco) a tan grande necesidad.
(Superior: Uno de los asentamientos humanos de Carabayllo. Inferior: Charlas sobre salud y nutrición a los pobladores del AAHH).
