Jesús
reunió a los doce que lo acompañarían en el ministerio que desarrolló en la
tierra, Pedro y Andrés así como Juan y Jacobo (hijos de Zebedeo) eran hermanos
de sangre, Mateo fue publicano, Natanael un judío a carta cabal, "un israelita
en quien no hay engaño" como lo describió Jesús, Felipe un hombre
acostumbrado al liderazgo de otro grande: Juan el Bautista, Tomás conocido como
el incrédulo, Judas Tadeo, Santiago (hijo de Alfeo), un guerrillero (zelote) de
nombre Simón el cananeo, y Judas Iscariote quien le habría de entregar en manos de sus asesinos y torturadores.
Estos
doce hombres fueron elegidos por Jesús, por lo tanto experimentaron el impacto
del llamamiento personal, esa voz que habla al espíritu humano y le convence de
seguirle, "Venid en pos de mí" "les haré pescadores de
hombres", estos doce transitaron con Jesús durante tres intensos años, le
conocieron cara a cara, le oyeron con avidez y fueron los primeros en estar
presentes en sus profundos sermones, aprendieron de manera directa quién era
Jesús, a qué había venido a la tierra, seguro rieron junto a él y se
angustiaron cuando llegaba la hora final. Estos doce hombres fueron testigos de
sus milagros, de su enojo el día que echó a los mercaderes del templo, de los
fariseos que no le dejaban respirar, que siempre estaban prestos a tenderle
trampas con preguntas malintencionadas y que Jesús respondía con sabiduría que
no era de este mundo sino de Dios. Once de ellos le vieron resucitar y así sellaron su espíritu y definieron para siempre su decisión de seguirle hasta
dar sus vidas por la causa y por Él: Su Maestro.
En
la hora final, los doce le traicionaron, si los doce, la traición es renegar
con dichos o acciones de un compromiso de lealtad o promesa, la falta de
identidad con el líder que les había llamado y adoctrinado por tres años, a
quien habían admirado, en quien tenían supuestamente puestas sus expectativas,
pero no pudieron velar junto a él en el huerto de la pasión, le abandonaron y solo
uno (el joven Juan) le siguió de lejos y estando crucificado, se quedó a su
lado, al pie de la cruz, recibiendo a la madre de su Maestro como suya. los
demás se encontraban por las calles de Jerusalén en una noche de pesadilla de
la cual me imagino querrían pronto despertar.
Pedro,
después de la pregunta "¿Quién
dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? ... y ustedes quién dicen que es?"
hizo una tremenda declaración de fe, con la convicción que solo viene de lo
mejor de la experiencia utilizada por Dios mismo: "Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente", Jesús fundó su Iglesia sobre esta declaración.
Sin
embargo, Pedro le negó tres veces, para bien suyo se arrepintió llorando
amargamente; Tomás con miles de preguntas rondando su cabeza prefirió ver para
creer en la resurrección de su Maestro, Judas Iscariote vendió a Jesús por
dinero, treinta piezas de plata, le puso precio a su vida, esa fue alta
traición porque llevó a Jesús a manos de sus enemigos, Judas no sucumbió ante
la ambición sino ante la decepción, él esperaba un Cristo libertador del yugo
romano, no entendió que el yugo más feroz es el del pecado, Judas esperaba un
líder que cambiara la situación de Israel, no entendió el mensaje de Jesús:
"mi reino no es de este mundo" "qué aprovechará al hombre si
gana el mundo y pierde su alma" esto último declarado después de la
multiplicación de los peces y los panes, Judas habría pensado que con Jesús se
acabarían el hambre y la necesidad, pero Jesús a él lo decepcionó, frustrado
empezó a tomar el dinero de las ofrendas, él empezó a traicionar a Jesús desde
ese momento, no cuando le vendió a los fariseos y maestros de la ley, fue
antes, al mirarle con decepción y frustración, al dejar de verle como el Hijo
de Dios, al despreciar la riqueza espiritual y valorar lo material, su corazón
se hizo traidor culminado su acto de traición aquella noche en Getsemaní, con
cinismo e hipocresía, sabiendo que el odio de los enemigos de Jesús no tenía
límites, le entregó con un beso en la mejilla, en un acto planificado con
alevosía y ventaja, un acto de alta traición. Pero Jesús le llamó
"amigo" y le hizo una pregunta: "¿con un beso entregas al Hijo
del Hombre?", no hubo respuesta, porque no fue solo un beso, fue un
proceso que nació en un corazón ingrato y resentido, que finalmente le llevó al
suicidio, a diferencia de Pedro en su corazón ni hubo lugar para el
arrepentimiento.
En
nuestros tiempos, miles traicionan a Jesús, son indiferentes a todo lo que
signifique espiritualidad con base bíblica, miles se traicionan entre sí, no
honran sus compromisos, y siguen el
camino de Judas Iscariote. Que este sea un tiempo para reflexionar y ver nuestro
destino a futuro.