El ser humano huye del dolor y del sufrimiento, es lo normal, sin embargo el dolor y el sufrimiento son inherentes a la vida misma, ya que somos parte de una sociedad formada por personas que nos dañan sin desearlo o algunas veces de manera intencional. También sucede que a veces somos encauzados al sufrimiento por circunstancias difíciles y casi sin salida. La vida de Jesús de Nazareth no escapó de esas circunstancias y sobre todo de su gran objetivo, su propósito existencial: Salvar a la humanidad, como alguien dijo: "Ningún loco atrae tantos millones de personas hacia sí mismo", eso es cierto, a Jesús lo odiaron los fariseos, lo aborrecieron los saduceos, lo elogiaron por interés los que vieron la multiplicación de los peces y de los panes, querían hacerlo su rey. Sin embargo, lo asesinaron porque resultaba incómodo para el sistema acostumbrado a lucrar con la Ley, vendedores de indulgencias que abarrotaban el templo cada sábado para abastecer a un pueblo sediento de paz y de perdón. También lo asesinaron los descontentos, los desilusionados porque no era el revolucionario que pensaron los lideraría hasta echar a los sucios romanos de su patria, los zelotes reaccionarios se habían equivocado al seguirle para una guerra de liberación política, el yugo opresor seguiría sobre sus hombros, Jesús no tenía intenciones de liderar ninguna guerra, él decía: "Ama a tu enemigo, bendice al que te maldice", no, Jesús no era el esperado líder revolucionario. Por eso gritaron junto con la turba mentirosa: "¡¡ crucifícale, crucifícale!!". Judas Iscariote (cuyo apellido es muy probable que derive de sicario) quiso sacar provecho de aquél descontento y le puso precio a la vida de Jesús.
No hay duda que las enseñanzas y la vida ejemplar de Jesús de Nazareth han marcado una era distinta en la humanidad, su influencia es notoria en todos los ámbitos del quehacer humano, en las ciencias y en las letras, no tiene nada que ver con que creas o no en Dios, es una realidad histórica que no ha terminado y está lejos de concluir ¿Por qué? porque Jesús no solo fue asesinado por decir que era el Hijo de Dios (blasfemia) o por cualquier cosa de la que le acusaron (que sanaba a los enfermos en sábado, que estaba con borrachos y con rameras, que comía en casa de publicanos, etc), Jesús VOLUNTARIAMENTE ofreció su vida, cumplió su ministerio de reconciliación entre Dios y los hombres. Él es la síntesis del amor de Dios hacia la humanidad. Toma un tiempo para reflexionar en su enseñanza y en su llamamiento: "Deja que los muertos entierren a sus muertos, ven tú y sígueme" sigue siendo una de sus tantas invitaciones a tener una vida de paz.