"Todo lo hizo hermoso en su tiempo y ha puesto eternidad en el corazón de ellos" (Salomón)
domingo, 10 de agosto de 2008
Lo "ordinario" y lo "extraordinario"
Es probable que alguna vez nos hayamos preguntado con seriedad: ¿Qué es un milagro?, yo lo hice, como la definición que trataba de formular me resultaba algo etérea, decidí buscar en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española y encontré que un milagro es un “suceso inexplicable, extraordinario o maravilloso que se atribuye a intervención divina”. Ni más ni menos que atribuible a la intervención divina. Es inevitable que desde la ciencia se filosofe al respecto, para el agnóstico es muy simple: “los milagros no existen”-me dijo hace mucho tiempo un apreciado amigo- y para no seguir la plática, concluyó: “es mejor que no hablemos de religión porque dicen que hay tres cosas por las que discuten los amigos: la política, el fútbol y la religión”. ¿Religión? – me pregunté – para mí nada está más distante de un milagro que la religión (pero de eso tal vez escriba en otro momento).
Uno de los científicos que más admiro es Albert Einstein, su inteligencia no solo fue cognitiva, sino también emocional, de esta última carecen muchos científicos a los que les cuesta sobremanera relacionarse con los demás, Einstein profundizó en el laberinto de lo desconocido y a medida que descubría lo enigmático de la composición de la materia, un anhelo fue surgiendo en él: “Quiero saber cómo creo Dios el mundo”- escribió- estoy segura que miles de seres humanos compartimos ese anhelo. También decía que existen dos formas de vivir la vida, como si todo fuera un milagro o como si nada fuera un milagro; en buena cuenta: de manera “extraordinaria” o de manera “ordinaria”, la primera forma de vivir supone creer en los milagros, y esforzarnos para construir nuestro propio paraíso aquí y ahora. Lo "ordinario" es vivir preocupado por el futuro o teniendo remordimientos por el pasado: “si no hubiese hecho esto o aquello” “por qué me tuvo que pasar a mí” “yo la quería patita”, etc... Lo "extraordinario" es vivir concentrado en el presente, dando lo mejor de nosotros en este instante, AHORA, reconozco que no es fácil aprender a vivir así, la mayor parte de las personas hacen planes a corto, a mediano y a largo plazo, también los hacía, pero ocurrieron cosas en mi vida que me sacudieron de tal manera que entendí lo finito y temporal de “hacer planes”, si no los cumples, sentirás frustración; es bueno tener metas y objetivos, tampoco debemos estar sin rumbo, pero nuestra vida no es una institución ni una empresa que deba regirse por programas o protocolos pre-elaborados, somos más que unos fríos planes de cartón.
Pero continuemos reflexionando en lo "ordinario" y lo “extraordinario”, lo “ordinario” es saludar a la persona amada con un simple y frío beso, encontrarnos con alguien y preguntarle por inercia: “¿qué tal?”, sin detenernos a escuchar la respuesta. Lo "extraordinario" es llevarle o escribirle una pequeña nota, mirarla a los ojos diciéndole lo mucho que significa para nosotros, abrazarla al cien por ciento (eso no necesariamente es con toda tu fuerza, sino con todo tu afecto) y darle un beso, no ese beso protocolar o social que a veces estamos “obligados” a dar, sino el que le haga sentir que es muy bueno verla o que sentiremos mucho dejarla.
Lo "ordinario" es comer viendo televisión, enajenados, aislados, solos; darle más importancia a lo que otros viven tras una pantalla que a quienes nos rodean y desean compartir con nosotros. Lo "extraordinario" es comer con flores en la mesa, una vela encendida, música agradable de fondo, al lado de por lo menos una persona apreciada, reír con ella o entristecerse a su lado, tal vez simplemente escucharla y dejar que nos oiga. Sobre todo, darle gracias a Dios por todo los que nos da y pedir la bendición por los alimentos. Cuando era niña mi abuela me decía: “debes darle gracias a Dios por la comida, ¿no has visto a los pajaritos? agradecen a Dios por cada bocado de agua”, por supuesto que los fui a ver, toman un poco de agua y miran al cielo antes de tragarla, claro! están dando gracias, ¿qué más puede ser?.
Lo "ordinario" es hablarle a un empleado sólo para llamarle la atención. Lo "Extraordinario" es decirle cómo valoramos el trabajo que realiza, nadie es pequeño en una empresa o institución, todos son importantes.
Lo "ordinario" es enviar un boletín electrónico, documentos o los famosos PPT a grupos de personas, sin un saludo preliminar; a diario recibimos ese tipo de documentación robotizada e impersonal; incluso algunos instan a que los reenviemos a 7 ó más personas ya que de lo contrario nos caerá una maldición que hará que se nos caiga el cabello (pobrecitos algunos de mis amigos), si no lo hacemos nos quedaremos sin empleo, el perro se llenará de pulgas y nos dolerá la muela. Lo "extraordinario" es llegar a la gente, cada vez que podamos, con un mensaje de esperanza y amor sin esperar nada a cambio. Pero debes estar atento (a), hay personas que no querrán recibir de ti, las razones pueden ser variadas, cuando eso te ocurra, es bueno que recuerdes que la amistad no se puede imponer, no insistas más, no es saludable.
Tú puedes añadir muchas cosas más que hagan la diferencia entre lo “ordinario” y lo EXTRA “ordinario”. Desde la óptica cristiana, el saber para quién hace uno las cosas es suficiente incentivo para salir adelante: “Cualquier trabajo que hagan, háganlo de buena gana, pensando que trabajan para el Señor, en vez de fijarse en los hombres” (Carta de Pablo a los Colosenses 3:23). Te animo a hacer cosas extraordinarias, por pequeñas que parezcan, harán la diferencia en tu vida.
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