El gran rey Salomón, lleno de días, después de analizar objetivamente su vida, escribió el Libro de Eclesiastés o El Predicador; el Capítulo 12 es rico en consejos para la juventud a la que insta a vivir sin olvidarse de Dios. Sin embargo, a miles de jóvenes les parece que lo escrito por este hombre sabio es anacrónico, viven como si la juventud fuese eterna, malgastando su tiempo y dinero, dando rienda suelta a sus impulsos hormonales, sin percatarse que el tiempo es breve, que los placeres vanales no satisfacen el espíritu, que cuando menos lo piensen necesitarán usar lentes, prótesis dentales, que en verano sentirán frío, que sus cabellos se tornarán blancos, sus manías habrán aumentado y su salud se habrá quebrantado. La vida es como un suspiro, hoy estamos en este mundo, mañana quien sabe, vale la pena vivir con propósito y pensar en el bien común. Vamos a una morada eterna, estamos rodeados de ciclos: geológicos, químicos, biológicos, etc TODO nos grita que cerraremos el ciclo, todo nos recuerda nuestra naturaleza finita, y al mismo tiempo nos señala que fuimos creados para trascender. Quiero repasar contigo esta reflexión, cuando la leas piensa que fue escrita por un hombre que vivió intensamente, que se volvió de la sabiduría a la necedad, y en su vejez, felizmente retornó a la sabiduría.
1 Y ACUÉRDATE de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los malos días, y lleguen los años, de los cuales digas, No tengo en ellos contentamiento;
2 Antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y las nubes se tornen tras la lluvia
3 Cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas, porque han disminuído, y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
4 Y las puertas de afuera se cerrarán, por la bajeza de la voz de la muela; y levantaráse a la voz del ave, y todas las hijas de la canción serán humilladas;
5 Cuando también temerán de lo alto, y los tropezones en el camino; y florecerá el almendro, y se agravará la langosta, y perderáse el apetito: porque el hombre va a la casa de su siglo, y los endechadores andarán en derredor por la plaza.
6 Antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto á la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo;
7 Y el polvo se torne a la tierra, como era, y el espíritu se vuelva a Dios que lo dió.
8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escritura recta, palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados, las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé avisado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio aflicción es de la carne.
13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, el cual se hará sobre toda cosa oculta, buena o mala.
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Spanish: Reina Valera (1909)
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