Últimamente hemos asistido a un concierto de acusaciones dirigidas hacia ex- presidentes del país. Aproximadamente hace un año, el presidente García nos sorprendió con un nuevo descendiente, esta vez con otra señora; el país se conmovió ante un mensaje que pretendía dejar en claro que él no es como otros que niegan a sus hijos, pero eso no nos conmovió, sino el ver a la buena esposa parada a su izquierda, sufriendo las declaraciones de infidelidad que a nivel nacional daba su marido; una especie de Hillary Clinton con la diferencia de que Hillary deja sentado con claridad meridiana que está ahí, al lado de su casquivano compañero, porque en unos años más pretende la presidencia del poderoso país del norte, o sea que ella representa una escena con indudables ribetes políticos que deja perplejos a los sentimentales como yo.
Hace unos días, una señorita acusó al ex-presidente Toledo por violación, nadie con dos dedos de frente defendería al “sano y sagrado”, ni siquiera “Ilian”, que le habrá asestado por lo menos un par de zapatazos después del escándalo del “Melody”. Años atrás, la ex-señora Fujimori acusaba al ex-presidente de confundirla con una plancha eléctrica, la sometía a raros voltajes, con sabe Dios qué intenciones. Meses atrás Fujimori contrajo segundas nupcias con una exitosa empresaria japonesa, lo cual habría sido muy bueno si de por medio estuviese el amor, cosa que es muy improbable cuando las diferencias de edad son tan grandes; al parecer se usan el uno a la otra y viceversa, la empresaria ha sido acusada de evasión tributaria y aunque dijo que se divorciaría de Fujimori si éste decide volver a postular a la presidencia y que ha sentido que su misión en esta vida es ayudarle, se la nota más confundida que monja de clausura en un reggaetón, para mí que acostumbrada al éxito, pensó que el “chino” volvería a ser presidente y ella aumentaría en “miones de mione” su fortuna, otra Hillary, esta vez al estilo oriental: poder económico. Dios los cría y el diablo los junta.
El escenario, en su conjunto, nos muestra 3 hombres con un común denominador: debilidad por las mujeres; los varones dirán: ¿y quién no?, pero justamente ahí radica la diferencia entre quien está calificado para ejercer un cargo tan importante como es dirigir un país y uno que pierde en la calificación. Me pregunto: ¿Puede un hombre mantenerse firme ante la tentación del poder y del dinero si no ha sido capaz de resistir la tentación de la carne, o no ha sabido respetar a su pareja?, aplicando una simple lógica la respuesta sería: no, revisen y llegarán a la fría conclusión que quienes no han sido capaces de cumplir la promesa que le hicieron a quien escogieron para que los acompañara toda la vida, tampoco han podido cumplir promesas de similar envergadura. En conclusión, presidieron el país personajes que no serán recordados por su respeto a la institucionalidad familiar. Yo me voy con mi tintero a buscar inspiración este largo fin de semana que el gobierno nos dió, aunque esté pensando en las miles de cosas que tengo que hacer en mi centro de trabajo.
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