miércoles, 26 de diciembre de 2007

ROBLES Y ÁGUILAS


A lo largo de nuestra vida pasamos experiencias de todo tipo, unas son hermosas y cuando las recordamos volvemos a sonreír; otras en cambio son tristes, dolorosas, y al recordarlas revivimos angustias pasadas, desearíamos no haberlas vivido y si fuese posible, las borraríamos sin dejar ningún rastro. Pero cualquier experiencia puede servirnos para madurar y forjar nuestro carácter.
En la selva profunda, en los montes, después de los incendios forestales las plantas pueden sobrevivir por dos interesantes mecanismos: el rebrote y la germinación de sus semillas termoresistentes. Las especies que rebrotan, pueden hacerlo porque la mayoría mantienen viva su parte subterránea después del incendio (encinas, robles, madroños, etc.), las plantas que mueren pueden regenerarse a partir de semillas resistentes al fuego (pino carrasco, romero, etc.) a menudo su germinación se ve favorecida por las altas temperaturas, se ha demostrado que al final del otoño la densidad de estas especies se incrementa de manera apreciable. Algunas plantas, como por ejemplo el tornillo, presentan los dos mecanismos de regeneración mencionados. También hay especies que desaparecen definitivamente después de un incendio forestal. Es interesante que el roble, un árbol que se distingue por su resistencia al fuego, precisamente rebrote con vigor después de un incendio, el roble crece lentamente en suelos húmedos y su madera es sumamente apreciada por ser fuerte y resistente a la descomposición. ¿Qué es esto?, ¿una clase de Ecología? ¿Una clase de Botánica?, claro que no. Es simplemente usar lo que ocurre en la naturaleza y aplicarlo en nuestra vida.
Todos hemos pasado por “incendios”, tienen distintos nombres: fracasos, engaños, traiciones, enfermedades, accidentes que pusieron en peligro nuestra vida, falta de recursos, de trabajo, etc. La pregunta es: ¿A cuál de las clases de plantas mencionadas nos parecimos en estas situaciones?, la gran diferencia con estas plantas es que, nosotros podemos ELEGIR a cuál asemejarnos; ciertamente, las circunstancias que nos tocaron vivir pudieron ser duras, incluso pueden habernos perturbado a tal punto que pensamos que era mejor morir, pero aquí estamos, de pie y solo nosotros sabemos si somos fuertes como un roble, o solo somos los restos calcinados de lo que fuimos alguna vez.
Ahora tomaré otro ejemplo, esta vez de una especie de aves, que al igual que el roble se considera sagrada en algunas culturas, me refiero al águila, especialmente a su vuelo. Las águilas usan su fuerza solamente para iniciar el vuelo. Baten sus alas y se esfuerzan hasta ganar cierta altura. Una vez alcanzada, aprovechan la fuerza de los vientos y se dejan llevar por ellos. Poseen un instinto muy fino para captar corrientes de aire, y saben aprovecharlas. Si sólo hay brisa leve, planean suavemente. Si irrumpen vientos fuertes, usan la fuerza de esos vientos para volar bien alto y desplazarse a gran velocidad, inclinando a la izquierda y a la derecha sus enormes alas, que pueden llegar a tener más de dos metros de envergadura. En cambio las gallinas cuando están nerviosas se echan a correr, agitan mucho las alas, con gran alboroto, pero apenas vuelan unos metros (“Mucho ruido y pocas nueces”).
Las águilas nos enseñan a armonizar nuestras experiencias pasadas con nuestra vida presente, si el viento es fuerte vuelan alto, o sea, si en tu pasado tuviste experiencias duras, ahora aprovéchalas a tu favor, tienes ventaja sobre las personas que no han vivido lo que tú, no gastes tus energías inútilmente, censurándote, culpándote, o culpando al resto por lo que pasaste, como dice el refrán popular “no te ahogues en un vaso de agua”. Vuela, vuela alto cuando las tormentas te rodeen, aprovecha los problemas para evaluar cuánto has crecido, cuánto has madurado, cuánto puedes dar, abre tu mente, tu alma, como las águilas abren sus alas para despegar, ellas nos dirían que desde arriba las cosas se ven distintas, en panorama, como realmente son; nos aconsejarían subir y alejarnos junto al viento, del pasado que nos atormenta, o de un presente asfixiante.
En conclusión, querido amigo es importante rescatar la sabiduría que se encuentra en la naturaleza para aplicarla a nuestra vida, pero sobre todo piensa que tú puedes superar cualquier cosa por el poder del amor de Dios. Que el 2008 pueda ser un año de nuevos comienzos para ti, supera cualquier adversidad, y sobre todo si alguien te ofendió, te hirió, partió tu corazón o te decepcionó: perdónalo, libérate de una vez por todas de ese “incendio forestal”. Que tus semillas germinen y den lugar a una persona fuerte pero no dura, suave pero con carácter. Sé feliz, lo deseo de todo corazón.

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