lunes, 3 de diciembre de 2007

Un cuento con propósito

Quienes gustamos de la fantasía, con seguridad disfrutamos de la saga de C.S. Lewis, en las Crónicas de Narnia. La saga está formada por siete volúmenes: “El león, la bruja y el ropero”, “El príncipe Caspian”, “La travesía del Explorador del Amanecer”, “La silla de plata”, “El caballo y su niño”, “El sobrino del mago” y “La última batalla”. En el volumen “El sobrino del mago”, el mal es representado por Jadis, mientras que Aslan, el león, es una figura de Cristo. La fuerza del relato es impresionante por la visión del autor al imaginarse lo que ocurrirá en un futuro o “un mundo que todavía no era hecho” tal como lo denomina.
El poder de la alegría se evidencia en el canto de Aslan: “… ellos escucharon un canto que parecía causar que las estrellas comenzaran a brillar y el sol a crecer”. El canto del gran León (Aslan) transmitía vida al mundo, a sus animales, plantas, siendo todo creado de la nada. En tanto esto ocurría, la malvada Jadis ataca repentinamente a Aslan con una barra de hierro (extraída de un farol de Londres), pero como ante el golpe el León ni se inmutó, ella huyó, mientras la barra de hierro crecía como un farol en el joven suelo narniano. Aslan seleccionó a algunos animales para que se vuelvan bestias parlantes, dándoles autoridad sobre las bestias estúpidas.
En otro interesante pasaje Aslan, manda a Digory (el sobrino del mago) a una jornada en la que debía conseguir una manzana especial que impida el regreso de la Bruja malvada a la reciente ciudad de Narnia. Polly, Digory, y el caballo (convertido por Aslan en un pegaso parlante) del cochero (un personaje que ejemplifica la igualdad de clases sociales) volaron a una lejana montaña para obtener la manzana de un jardín amurallado. En el momento que Digory toma la manzana y se prepara para partir, Jadis (recuerden, la bruja malvada) llega y lo tienta a comer la manzana y obtener juventud eterna, o bien, ser secretamente transportado de regreso a Londres y usarla para curar a su moribunda madre.
Jadis misma había comido una (ya saben quién quiso ser como Dios …), por lo que se había vuelto inmortal y había probado el poder del fruto. Aunque tentado de salvar a su madre, Digory mantiene su promesa a Aslan y viaja de regreso a Narnia para darle personalmente la manzana.
Aslan le dice a Digory que había cumplido satisfactoriamente y lo instruyó a plantar la manzana en la tierra. Él entonces realiza una ceremonia para coronar al rey y la reina de Narnia (Frank el cochero y su esposa, Helen, la cual fue transportada mágicamente a Narnia por el gran León). En tanto, un nuevo árbol creció en el lugar donde Digory había plantado la manzana. Aslan explica que el árbol protegerá a Narnia de la Bruja: desde que ella robó una manzana del árbol original de una manera egoísta, su fruto ahora es abominable para ella, y Narnia disfrutará un periodo semejante al Edén. Aslan le dice a Digory que una manzana robada habría curado a su madre, pero el día hubiera venido después y ella hubiera preferido morir en su enfermedad. Aslan luego le da a Digory una manzana del árbol de la protección para que se la lleve a su madre para salvarla, y envía a los niños y al tío Andrew de regreso al Bosque entre los mundos, de donde ellos regresan a Londres, Digory le da la manzana a su madre, la cual se cura, y entierra el hueso de la manzana en su patio trasero. De igual forma entierra los anillos mágicos (uno amarillo y otro verde), pues Aslan le había encomendado salvaguardarlos para prevenir malos usos futuros.
El hueso de manzana se convierte en un árbol, y años después cae en una tormenta. Digory no puede soportar el uso del árbol como leña, así que construye un ropero, vinculando el final de la narrativa con la siguiente historia, según su orden cronológico en las series, El león, la bruja y el ropero. El "viejo profesor" en esa historia es Digory, que vivía en un vieja casa de campiña, la cual había heredado de su padre, que había heredado asimismo de su abuelo, poco después del retiro de sus servicios en la India, así como está descrito en el final de El sobrino del mago.
Al terminar de leer estos libros, te queda la clara sensación de haber reconocido en la figura de Aslan, varias características del Mesías, a Quien celebraremos esta navidad. Al menos eso haré, celebrar su presencia en este mundo cada vez más agobiado por la sinrazón y el vació existencial.

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